Desde su origen en el siglo XIX, esta pieza es un invencible icono de estilo que no conoce de fronteras, clases sociales ni temporalidades.
La historia de la moda contiene, sino miles, cientos de denominaciones para nombrar prendas y accesorios que a lo largo de los años han formado parte de este amplio acervo. Sin embargo, pocos de estos objetos han logrado trascender más allá de la moda, posicionándose como verdaderos estandartes de libertad e identidad.
Los jeans nacieron para cubrir una necesidad ligada a las clases más bajas y al trabajo duro, pero con el paso de los años -y gracias a la conciencia política humana- muy pronto se convirtieron en símbolo de rebeldía y su evolución fue inevitable.
Un uniforme que por décadas ha sido el tesoro más preciado de la juventud; su informalidad, su versatilidad estética y la relación que mantienen con el mundo real, fueron algunas de las razones por las cuales, la mayoría de las contraculturas que han surgido en nuestra historia se han apropiado de ellos a su manera: En los años cincuenta de la mano de James Dean y Marlon Brando, los jeans personificaban la juventud y su lucha democrática; en los sesenta las siluetas de campana eran símbolo de protesta y durante 1970 y 1980 formaron parte importante de la revolución sexual y el reinado rockstar con The Rolling Stones y Rod Stewart.
Sabemos que su origen está en Levi’s, pero su gran influencia, los ha llevado a ser interpretados según el vaivén de la moda por grandes firmas como Calvin Klein, Alexander McQueen y Saint Laurent -por mencionar algunos- e incluso han tenido su momento dentro del Haute Couture. Su influencia es una constante dentro de las tendencias que se marcan cada año, otorgándoles una omnipresencia en la moda que resulta difícil imaginar su destino sin ellos.
Hay temas que la humanidad jamás podrá comprender del todo, pero una de las verdades más grandes del planeta es que los jeans están conformados por esperanza, recuerdos y muy buenas historias.